lunes, 6 de diciembre de 2010

TIEMPO DE ORTIGAS

          
                                                                                                 TIEMPO DE ORTIGAS

En Altamirano, señores…sólo en Altamirano.

Las voces llegaban del otro lado de la calle inaudible, oscuras
amontonadas en sus volúmenes, acompañadas de  ruidos y la
 fauna silvestre,  pájaros  pillando alegres y ladridos de perro  
entre ecos de torcazas lejanas y escandalosas ambulancias,
lo otro,  es el zumbido intolerable de motores
acelerados por inquietos pies.   

 Eso son los domingos en  calles  en el barrio de santa María,
 luego todo se hunde,  se precipitan  actos justificados
o injustificados, se orillan   inquietos  para luego fundirse 
en un velo trasparente de  horas,  entre las secas  tolvaneras,  
en el horror del espejismo que reflejan los humores del día.  

 Alguna claridad hay por supuesto,  el grito de grullas
que atraviesan el cielo... la minúsculas pausas de  los altavoces
que anuncian la  podredumbre.

El sopor entra  por la  rendija de los ojos,   el  rigor
que no conoce el fin en los días espinosos  de Marco Marín; 
 Las noticias no dicen nada bueno dos balaceados
 por pasar por el lugar equivocado.   

 Marcelo dicen que se llamaba uno de ellos,
 murió con el sombrero envarado  de sangre,  con la cara
 pegada al hoyo del  pavimento, él otro
 era Eustaquio Meneses, le debía a la vida
 los malos tratosa  a los que sometía a su mujer,  
 pero aún y con  eso, en  el barrio  de Santa María
 no se han acabado los guapos, que asechan
sonriendo cada día por las puertas de las cantinas.

Ellos  nomas iban pasando, cargaba Eustaquio un arma blanca,  
sólo por si acaso, porque ese domingo,
nomás fue de gallos clandestinos,
 y no hubo modo de buscar camorra.   

 El arrebato fue de una chusmita con síndrome de  banda, 
 se pusieron borrachos y sacaron las cuernos de chivos como
“pa” presumirle a los primos, pero más de dos andaban
“pasaditos”se envalentonaron y se subieron
en la "Lobo chueca” de su cuñado 
uno que le dicen “El tata Aragón” y sin más,  
empezó la  persecución.   

Lo demás es fácil, el cuerpo se llena de adrenalina,
 la vista se enturbia y enrojece,
 y al son del tundata desbarajustado y estridente
del pasito durangense y  la mala  influencia 
de las películas que vende armas  bien acompañadas 
por  Anyelina Yuli y algún actor de moda en en Holibut. 

Pues ya está – la maquinaria puesta al servicio de cada uno
 de los espectadores  con vieja hambre de poder y de tripas.

 Luego el llanto, el moceo incontrolable
de las señoras deudas, las coronas  de flores 
y los ramos  de cempasúchil.    

El insípido café de las funerarias.      

Las brazas en los cigarros empiezan a verse
 a eso de las nueve de la noche
en la equina de la cuarta y Aldama, antes no, 
 porque el sol del verano ataja la minúscula llama,
pero el humo se deja sentir como el siniestro
rugir de las bocinas de las calles del pueblo.

 ah!!! muchachos  pendjos  le decía don Celedonio Alvarado
 a Renata Chuin   luego le “vide” las intensiones,
 pero eso; es la culpa del “Tata Aragón”
"politiquete" de Mierda,  anda bien metido...
 y con eso de que "autorida"…  les suelta las armas.

El aire de las diez de la noche acabo con el sopor del día,
muy negro estaba el cielo que dejaba verse
una como espumita de nubarrones,  y más allá,
tachitas de estrellas en lo alto del cielo.

El lunes llego macizo de nuberío.  La casa de los Chuin estaba de luto.  

 Enterita de negro, los zarcillos de Renata lucían esplendidos
en su cara morena y el almendra de sus ojos se hundía
profundo en la oscura ojera.

Para  esas horas la noticias era vieja, el agravio y  la  infamia  
 el odio se santiguaban en  las familias de  los muertos y heridos.
De otra cosa no hablaban los locutores en la F M. 

 El “Tata Aragón”  pego una carcajada.

Apaga el radio-  imperativo le dijo a Eleuterio sus gurdas espaldas,
 esos infelices no saben con quién tratan,
 luego sonó un relinchido  y un ki ki ri ki el celular del "tata" lo apuraba
desde la mesa en  la cocina. 

 De un salto,  el achichicle Eleuterio se lo pasó al patrón
 -nada importante – se dijo para sí,
y desdoblo el aparato.   Su voz sonó pausada,  
y respondió con insípida retorica. 

En Altamirano: Atrás de las bocinas mucha gente esperaba.

-Que le vamos hacer,-   y  sin levantar la cabeza,  para no ver  a nadie, 
sólo el negro de tierra que pisaba,. -  camino por el jardín de su casa.
 -  son  mis sobrinos-  dijo  pausadamente: su voz sonó con honda   mortificación,
 juro con la cruz en los labioscomo suponiendo que del otro lado de las bocinas lo veían
– y agregó-
que estaba dispuesto hacer lo fuera necesario hasta que se entregaran. 

La astucia brillaba pendenciera en su cara. -  Agrego con tono melancólico  -
yo llegué a las tres de la tarde, no tengo nada que ocultar.

Satisfecho,  el jefe de redacción cocinaba la nota roja,
- lo tenemos en la bolsa jefe,-ese cabrón; en el Paso del Norte
 no andaba, ayer lo mire en la casa de las brujas,
 entro con Elenita Almeida. 

 Delicado estaba ya y subido de tono el asunto
  -  un jalón de huevos…
 y ya vas a ver qué  bonito suelta la campaña- aquí todo es ganar,
 carajo, nada de medias tasas!!! 

 Brillo,  un brillo más profundo  en los ojos del empresario mediático,
 y se alegro sobre manera de tanta revoltura. 

                                                     continuara            -